Ciudades y tierra

“La paz y la libertad cundirán en la Tierra cuando la naturaleza y la humanidad se unan y la Tierra se convierta en un paraíso.”

Masanobu Fukuoka

“Toda persona necesita pisar tierra, de lo contrario se le marchita el corazón.”

Gertrud von Le Fort

Ciudad Chan Chan, Trujillo, Perú (Foto: Bruno Girin, 2005)

El primer lunes de octubre de cada año se celebra el Día Mundial del Hábitat, este año fue el día 4 de octubre, y el 31 de octubre, el Día Mundial de las Ciudades. Dos días muy importantes si tenemos en cuenta que más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y que se estima que para 2030 este porcentaje subirá hasta el 60%. Además, dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, el Objetivo 11 es “Lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles”.

Por lo tanto, es importante repensar nuestras ciudades para poder conseguir cumplir con este objetivo, ya que, si las ciudades van a ser nuestro hábitat a futuro, debemos conseguir que este hábitat se integre con el resto de hábitats y especies, y sea un lugar mucho más saludable y sostenible en el que poder desarrollarnos y realizarnos. 

La salud y el bienestar de las personas están estrechamente relacionados con el estado del medioambiente. En un medioambiente sano, necesidades básicas como el aire puro, el agua limpia, las tierras fértiles… quedan cubiertas y se previenen multitud de enfermedades.

Entonces ¿cómo podemos conseguir que nuestro hábitat no perjudique al medioambiente? Pues, para empezar, es necesario dotar a nuestras ciudades de infraestructura verde, renaturalizar los espacios urbanos y reconectar con la naturaleza. Otras medidas serían, reutilizar en la medida de lo posible las edificaciones existentes y en caso de construir nuevos edificios, hacerlo bajo estándares exigentes de sostenibilidad, promover el modelo de ciudad de proximidad para reducir los desplazamientos, fomentar que estos desplazamientos se hagan a pie o en bicicleta y fortalecer las relaciones sociales y de cooperación. Insertar más espacios permeables de tierra, huertos urbanos y cubiertas ajardinadas, redundando en la interconexión de espacios naturales y la creación de redes naturales, contribuyendo a la autonomía alimenticia de las ciudades y mejorando la calidad ambiental de nuestro entorno.

Para hacer frente a los retos que se nos presentan, es muy importante la investigación, pero no solo para desarrollar nuevas tecnologías, sino para ver cómo sería posible integrar los materiales naturales locales en las ciudades, es decir, cómo integrar los saberes tradicionales en los nuevos modelos de ciudad. Porque, aunque pueda haber unas directrices generales válidas en distintas latitudes, no podemos perder de vista, que cada lugar tiene unos condicionantes distintos y, por lo tanto, las ciudades del futuro deberían atender también a esos condicionantes y deberían ser distintas. En las películas de ciencia ficción, parece que la tecnología siempre es capaz de solventar esos condicionantes mediante edificios altamente tecnológicos en los que poco importa estar en este planeta o en otro… Sin embargo, el reto no es tanto sobrevivir a pesar de los daños que causamos a nuestro entorno y con independencia de él, sino adaptarse y poner el foco en el funcionamiento de los sistemas naturales, imaginar un mundo en el que nuestra presencia no condicione tanto el entorno y consiga convivir con él sin perturbarlo de la manera en la que hoy lo hace.

En este sentido, la tierra ha sido uno de los materiales naturales más presentes en las construcciones a lo largo de la historia. Tenemos ejemplos de ciudades increíbles, que han demostrado su resistencia la lo largo del tiempo, como por ejemplo Chan Chan en Perú, considerada la ciudad más grande de barro del mundo después de que un terremoto asolase la ciudad de Bam en Irán en 2003, la ciudad de Shibam en Yémen, conocida como “Manhattan del desierto”, Aït Ben Haddou en Marruecos, pueblo fortificado dentro de la Ruta de las mil Kasbahs, Yazd en Irán, conocida por sus “torres del viento” construidas de barro o “badgirs”, Jiva en Uzbekistán, ciudad amurallada de las mejor conservadas de Asia Central, el Pueblo de Taos en el estado estadounidense de Nuevo México. También algunos de los monumentos más conocidos del mundo están hechos en este material, como la Gran Mezquita de Djenné en Mali, la Alhambra de Granada o los Fujian Tolou en China.

Fuente: https://www.3dnatives.com/es/wasp-viviendas-impresion-3d-tierra-110320212/

Hoy en día, resulta difícil pensar en cómo integrar este material en las cada vez más tecnológicas ciudades, pero para una densidad óptima de ciudad, no es tan descabellado pensar en que los cerramientos se puedan hacer con adobe o bloques de tierra comprimida (BTC), las divisiones interiores con entramados ligeros de madera y tierra prefabricados, como en el prototipo Terra Nostra, construido en Lyon para el congreso Terra 2016, o que incluso se puedan imprimir viviendas enteras de tierra, como el hábitat ecológico TECLA, que se imprimió en 3D utilizando varias impresoras Crane WASP. Y mientras se sigue investigando cómo integrar este material en nuestras ciudades, no olvidemos que pequeños gestos, como poner una capa de acabado final en las paredes de nuestras casas de barro, nos ayudan a mejorar el ambiente interior de las mismas y esto puede tener una gran incidencia en la mejora de nuestra salud.

Charo Velasco

https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/development-agenda/

https://www.afpa.fr/actualites/l-afpa-construit-terra-nostra-prototype-d-habitat-durable-en-partenariat-avec-les-ecoles-d-architectures-de-grenoble-et-de-lyon

https://www.3dnatives.com/es/wasp-viviendas-impresion-3d-tierra-110320212/#!

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