Suelo y tierra

Suelo inerte versus suelo vivo

La tierra desnuda.

Paradójicamente esa tierra muerta, sin componente orgánico, que elegimos nosotros, los constructores con tierra, para edificar… es, en crecientes zonas del planeta, un alarmante síntoma de la exponencial erosión irreversible del suelo sano. El suelo sano que nos alimenta a todas las criaturas y que le da viabilidad ¡y nombre! a nuestro magnífico planeta.

Muchas civilizaciones que nos precedieron decayeron cuando la prosperidad que permitió su expansión demográfica se basó en la sobreexplotación de sus recursos naturales, llevando a la erosión irreversible de la tierra desprovista de su capa vegetal -selvas, bosques o pasturas- y a la destrucción de ecosistemas complejos.

Con una pobre cubierta vegetal -y por ende escasa fauna- que respire, decae la humedad ambiental. Entre el suelo desnudo cuya humedad se evapora y los gases de efecto invernadero se produce un demoledor diálogo: vórtices de aire caliente que ahuyentan aún más las nubes, extremando las temperaturas y cambiando -o aniquilando- microclimas. Pero al hacerlo simultáneamente y durante décadas en medio planeta, el calentamiento se ha vuelto global. Las lluvias menguantes barren las superficies, nada crece en ellas porque las compactan sin penetrarlas, corren fuera de cauce produciendo paradójicas inundaciones, hijas de la desertificación.

Hace casi cien años hubo una catástrofe ambiental de tormentas de polvo y desertificación irreversible producida por la “próspera” agricultura estadounidense. El entonces presidente Roosevelt declaró, visionario: «para solucionar este problema tenemos que colaborar con la naturaleza en vez de seguir haciendo como hasta ahora, combatirla». Pero el sistema agroganadero intensivo mundial hizo caso omiso, centrado en aumentar rendimientos y volúmenes con química y mecánica.

Mientras, la tierra se vuelve polvo alrededor del mundo y hay cuarenta millones de nuevos refugiados climáticos cada año, pobres por desertificación… Casi la población de España, cada año. Tierra con poca vida conduce a gente con poca vida. Y lo mismo con las demás especies.

Ahora recobremos el optimismo, constructores con tierra, volviendo otra vez nuestra atención a nuestro material favorito. Sí, la solución puede estar bajo nuestros pies: debido a su omnipresencia podría ser la tierra, el suelo, quien contribuya generosamente a estabilizar nuestro clima, recuperar nuestras fuentes de agua dulce y alimentar al mundo.

Porque el 60% del ciclo del agua viene de los océanos, tal como hemos aprendido en la escuela, sí. Pero el restante 40% se produce tierra adentro… Una miríada de pequeños ciclos por la transpiración del agua a través de cada planta, desde una efímera brizna de hierba a un alerce milenario, aumentando la humedad atmosférica y con ella la lluvia, moderando las temperaturas cercanas al suelo, regenerando ecosistemas.

Porque también, la vida micro y macroscópica que se desarrolla en la tierra, en el suelo sano, requiere de inmensas cantidades de carbono para fijar nutrientes y sintetizar compuestos: ¡el mismo carbono cuyas emisiones hay que reducir y nos quitan el sueño a nivel planetario! ¿Por qué no, como decía Roosevelt entonces, imitamos a la naturaleza facilitando sus procesos?

La omnipresente tierra, el suelo, tiene cuando es inerte -lo sabemos nosotros, los constructores con tierra- la capacidad de proveernos un hábitat a medida de cada geografía, de cada clima,  moldeada desde el saber ancestral hasta la ciencia actual, sin interrupción desde los albores de la humanidad.   

La omnipresente tierra, el suelo, tiene cuando cobija vida esa capacidad de secuestrar y almacenar inmensas cantidades de gases de efecto invernadero, restituir la humedad perdida a través de la respiración de esa vida, controlar la absorción de agua y moderar temperaturas, atrayendo más vida, regenerando ecosistemas. Empecemos a escala pequeña.  

Interpongamos pues, otra vez, una planta entre suelo y cielo*.

*Inspirado en mi aprendizaje agroecológico y en el documental Kiss the Ground, Besa el Suelo https://kisstheground.com/

María Brown

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s